El misionero Julio Piró regresó a Posadas, después de hacer el viaje más largo de su vida. No fueron tan significativos los kilómetros recorridos sino los 105 días lejos de la tierra colorada, los que le parecieron extensos. Más aún cuando se tiene en cuenta que pasó más de la mitad de ellos internado en Roma, primero en un hospital y luego en un hotel medicado, esperando dar negativo para el SARS CoV -2.
Paradójicamente, Julio no tuvo ningún síntoma pero demoró 50 días en negativizar el virus.
La historia comenzó cuando, apenas 15 días después que le colocaran dos stent, Julio emprendió este viaje en crucero (el Costa Victoria) para recorrer desde Dubai a Venecia junto a su amiga de muchos años, Silvia Beltrametti.
Una semana después de estar a bordo, según contó Piró a Primera Edición, “yo notaba que dormía más de la cuenta. La última noche que cenamos juntos en el barco me llamó la atención porque me dijo que toda la comida tenía el mismo gusto… después me di cuenta que había perdido el gusto y eso era un síntoma de COVID-19”.
Pero no era el único afectado. “Pocas horas después, al mediodía siguiente, la estoy esperando para almorzar a Silvia y me avisan que estaba en enfermería. Cuando voy a verla, el médico me dice que tenía coronavirus y que la iban a llevar al hospital de la isla de Creta, pero ella estaba bien. La bajaron del barco el 22 de marzo, pero nosotros teníamos que quedarnos a bordo”, contó Julio.
Silvia llegó al hospital de Creta inconsciente y fue ingresada a terapia intensiva con respirador durante 22 días. Fue la primera paciente positivo para COVID-19 de Creta y su recuperación emocionó al mundo cuando ese hospital compartió la ovación del equipo médico cuando Silvia superó la situación crítica.
En ambulancia a Roma
Según contó ayer Julio a este Diario, dos días después que Silvia fue internada en Creta, a él lo llevaron en una ambulancia a Roma “porque si bien me sentía perfecto, estaba con bajo nivel de oxígeno”.
Según precisó, “mi estadía en Europa se extendió 105 días, estuve internado desde el 25 de marzo, primero en el Policlínico Universitario Gemelli de Roma unos 25 días y, después, pasé al hotel Marriot, donde estuve otros 25 días, allí estábamos todos los pacientes leves con COVID-19. Yo fui asintomático, nunca tuve nada”.
“No veía rostros”
De su internación, Piró recuerda que lo controlaban todos los días, me hacían muchos estudios, la comida y la atención eran muy buenas, tenía televisión, no faltaba nada. “Eso sí, nunca vi ningún rostro porque todos se acercaban con un traje que parecía una escafandra”, rememoró. Tampoco hablaba mucho con nadie en persona, aunque se mantuvo en contacto con su familia y sus amigos de Argentina gracias a las redes sociales.
Con Silvia retomó el contacto cuando ella salió de la terapia: “Se olvidó su teléfono en el barco pero llevó su iPad, así que volvimos a hablar por wifi. Hace ocho días que Silvia volvió a Corrientes, donde vive, porque el coronavirus la largó antes. A mí, en cambio, no me quería dejar”, contó con su humor característico.
Es que Julio dio positivo para el SARS CoV-2 durante 50 días y “los médicos me explicaron que el virus estaba como dormido, pero lo cierto es que no se iba porque durante muchos días mis resultados de laboratorios fueron malos (positivos)”.
Miedo y esperanza
Pese a no tener síntomas, Julio sufrió una embolia pulmonar durante su internación en Roma. “El momento que sentí mayor miedo fue cuando el médico me dijo que se me había formado una embolia en los pulmones, eso me asustó mucho por mi edad, por los stent y empecé a pensar en mi mamá y la verdad es que me angustié mucho”, admitió en la entrevista.
Pero en ese momento recibió un regalo anónimo que le dio mucha paz: “Me mandaron una estampita, un libro sobre la Virgen María escrito en italiano y un rosario celeste y eso me mejoró instantáneamente el espíritu. Hoy siento una paz tremenda. Por supuesto que traje conmigo el libro, el rosario y la estampita”.
El ansiado negativo y el regreso
Por fin, el 23 de mayo el PCR le dio negativo, “pero ya no tuve posibilidad de encontrar lugar en el avión que salía el 24, así que tuve que esperar hasta el próximo vuelo que salió el 17 de junio. Un día antes, el 16, fue mi cumple, digamos que tuve un festejo por Internet pero la gente del hotel me atendió de primera y llevó un montón de cosas a la habitación”.
Según destacó Piró, el hotel, el hospital, el pasaje de avión y todos sus gastos fueron pagados por el Costa Crucero y el seguro médico que él había pagado para el viaje.
También a Silvia le cubrió el seguro todos los gastos médicos.
Pese a que algunos pensarían que la experiencia restó ganas a este incansable viajero, Piró ya tiene en mente un próximo viaje en crucero y con Silvia Beltrametti. “El Costa Crucero nos regaló otro viaje en crucero y ¡por supuesto que vamos a ir! Silvia me dijo que eligiera yo el destino ya que conozco un poco más”, contó sobre el proyecto.
En colectivo a Posadas
Respecto al tramo final de este viaje que jamás olvidará por varias razones, Julio Piró contó que en el avión que lo trajo desde Europa hacia Buenos Aires “viajamos cerca de 190 argentinos”. Un colectivo de Crucero del Norte buscó a 17 pasajeros que venían para esta zona. Unos quedaron en Rosario, otros en Santa Fe y cuatro (un señor, dos chicas y Julio) vinieron hasta Posadas.
Consultado sobre los cambios con los que se encontró en el país tras la pandemia, Piró señaló que “no soy experto pero pareciera que en Argentina están haciendo las cosas bien, hoy fui a comprar algo porque mi heladera está vacía y todos usaban tapabocas y mantenían distancia… realmente el mundo está cambiado, es sorprendente ver los aeropuertos internacionales totalmente vacíos”.
“No obstante, no solamente de coronavirus está muriendo la gente en el mundo… el otro día leía sobre las víctimas mortales de sida y de las otras enfermedades que azotan a la humanidad”, se lamentó.