La sorprendente historia de vida de la misionera Majo Staffolani

La cineasta de Eldorado, Majo Staffolani contó que era lesbiana, su papá le confesó que era gay y ahora su madre se enamoró de una mujer: así se inspiró para su segundo film. Por la pandemia se estrenará en la plataforma Cine.ar el 8 de octubre. Ya se proyectó en más de 70 festivales de los cinco continentes y ganó el Premio del Público a la Mejor Película en el 33º BFI FLARE London LGBTQ+ Film Festival.

Staffolani tiene 30 años y tuvo una infancia muy humilde en Eldorado, Misiones. Hace dos años, su mamá -que tuvo dos matrimonios con hombres- le contó su relación con una mujer. A partir de eso escribió Román, una película que se estrena el 8 de octubre por Cine.Ar, y ganó un premio del público en el BFI FLARE London LGBTQ+ Film

“A treinta brazadas de nado, cruzando el río Paraná, está Paraguay. A 90 kilómetros, la Triple Frontera”, calcula la cineasta, guionista y Majo Staffolani. Habla del lugar donde nació el 13 de junio de 1990, de una familia humilde, un patio de tierra colorada, una calle con el empedrado desparejo y el plato de comida compartido entre los vecinos, por si no alcanzaba a todos. Del escenario, en definitiva, donde la misionera de 30 años disfrazaba sus deseos.

La cineasta de Eldorado“Los mentía, porque desde los cuatro años se que soy lesbiana”, confiesa quien, por estos días, espera como a un mesías que llegue el 8 de octubre. Será esa la fecha del estreno de Román, su segundo film, que por la pandemia será emitido a través de la plataforma de Cine.ar. Se la escucha tan ansiosa como el torrente de palabras que llegan por el celular.

La película (que protagonizan Carlo Argento y Gastón Cocchiarale y cuenta con Vanessa Ragone -El secreto de sus ojos- como productora asociada) relata la historia de un hombre, agente inmobiliario, casado y con una hija, que se siente atraído por otro hombre, veinte años menor.

Ya se proyectó en más de 70 festivales de los cinco continentes y ganó el Premio del Público a la Mejor Película en el 33º BFI FLARE London LGBTQ+ Film Festival. Según Staffolani, el film “va al hueso, no se guarda nada. Estamos acostumbrados a ver películas LGBT con mucho replanteo, mucho psicologismo, y creo que escapa a eso”.

Agregó que “es directa y simple, donde la homosexualidad está expuesta, pero no hay culpa ni regodeo cuando el protagonista dice ‘uy, me está gustando un hombre y siempre fui heterosexual’. Lo vive con naturalidad. Porque además, me basé en una historia real donde las cosas se dieron así”.

Y la historia que le dio pie a Staffolani para escribir su segunda película fue nada menos que la de su madre, Cristina. “Ella es muy joven, me lleva 21 años nada más. Y a punto de cumplir los 50 años me citó en su casa después que me estuvo esquivando durante un mes -raro porque somos muy familieras, de encontrarnos a tomar mate seguido”, contó.

Agregó “Pensé que era algo malo que no me quería decir por teléfono. Cuando llegué a su casa estaba muy nerviosa, y ahí nomás me dijo que estaba enamorada de una mujer. Para mi fue “guau, mi mamá es lesbiana”. Ella lo vivió de forma muy simple, muy natural, como tiene que ser. Me pareció muy valiente que a los 50, después de haber estado casada dos veces con hombres, tener dos hijas y un hijo, se haya permitido amar a una mujer. Esa misma noche dije ‘voy a contar su historia’”.

-¿Tu mamá estuvo durante mucho tiempo en el closet?

-Nada. Salió durante un mes y me lo contó. No creo que haya sido lesbiana toda la vida, de hecho no se define como tal. Simplemente, un día se enamoró. ¡Hoy la veo tan torta! (se ríe). Se compraron una casita juntas. Su pareja es como mi segunda madre. Y eso pasa en Román: no necesariamente hay que ser gay o bisexual para amar sin un rótulo. El proceso con mi mamá fue muy simple y amoroso. Para mi son temas que ya no deberían estar en debate. El amor es amor y punto.

-¿Cómo fue cuando vos les contaste que eras lesbiana?

-No viví ningún proceso raro, extraño o triste. Yo soy de un pueblo, quizás ahí costó un poco más, pero bueno, eso avanzó ahora. En el entorno familiar recibí contención y abrazos, que siempre voy a agradecer. Nunca oculté quien era. Hay que aprender a deconstruirse. Y yo también, porque hoy estoy en pareja y muy bien, pero no puedo descartar que en el futuro me enamore de un chico si me conmueve y me gusta. De eso se trata, de mutar y replantearnos quiénes somos constantemente.

-Pero aunque te inspiraste en tu mamá, la película trata del amor entre dos hombres…

-Necesitaba distanciarme del testimonio de mi madre. Y ya había hecho una película sobre lesbianas (Colmena). Pero te cuento algo: mi papá, Martín, también tiene parejas hombres. Él sí salió del closet. Mis padres se separaron en el 2000, cuando yo tenía 10 años. Se fue a vivir a Vancouver, Canadá, un lugar maravilloso. Pero yo fui la primera que lo blanqueé en mi familia”.

Siguió contando que “Cuando a los 15 años, por el 2005, dije que era lesbiana porque ya no aguantaba más, él me dijo ‘¿no será genético?’… Le pregunté por qué y me lo contó. Y ahora, mi mamá lo mismo. Así que soy parte de un clan queer. Y te digo una cosa: desde que mi mamá empezó a salir con esta mujer y mi papá lo confesó, todos nos llevamos bien. Este clima de respeto, amor, alegría y festividad no existía. La liberación de sus mentes y sus cuerpos puede ser que constituyan una familia más disfuncional, pero también mucho más amorosa. Mis viejos son una masa”.

-¿De dónde surgió tu amor por el cine?

-Eldorado, hasta hoy, no tiene un cine. Tenía uno, pero cerró a los seis meses porque no iba nadie. Yo tampoco consumía cine. Mis condiciones socioeconómicas tampoco ayudaban. Sólo iba cuando visitaba a mis tíos acá en Morón. Me llevaban al Plaza Oeste, en el shopping, que para mi era como estar en Disney. Era una locura, jaja…”

Dijo que “Lo del cine en mí nació a partir de un proceso evolutivo audiovisual. De chica hacía una sección en un programa de televisión de mi pueblo que se llamaba El Radar y todavía dan en Canal 4 de Eldorado. Tenía 8 años y hacíamos el bloque Chicos en acción con mi hermano y un primo. Salíamos a hacerles preguntas a la gente en las plazas de la ciudad: ‘¿qué pensás del Papa?’ ‘¿qué pensas de la generación actual?’… Explotaba ese bloque. A tal punto que terminamos haciendo una especie de estudio casero con una mesa y arreglos florales. A los 12 armé programas de radio: El Vértigo y Sin barreras.

Era tremendo, hecho por cinco chicas. Preguntábamos cosas como “¿porqué se elige una Reina y un Rey en los concursos?”. Hoy son un tema, pero en ese momento quedábamos como desubicadas.

la cineasta de Eldorado

Majo con Cristina y Martín, sus padres