Lautaro Cantini (4) padece epilepsia no frecuente con riesgo de vida. El retraso de la ambulancia hizo que pierda el vuelo sanitario. Cuando por fin llegó a Buenos Aires perdió el turno por falta de pago de la obra social.
Lautaro Cantini (4) está estable, padece un tipo de epilepsia refractaria que limita su habilidad para vivir plenamente acorde con sus deseos y su capacidad mental y física (trastorno del lenguaje y patologías asociadas, por lo que requiere máximos cuidados). Una opción de tratamiento que tiene su familia, es recibir atención de médicos especializados del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Sin embargo, “la burocracia, las constantes humillaciones y el malestar al que somos sometidos desde hace tres años llegaron a un punto insostenible”, relató a PRIMERA EDICIÓN el padre del niño y afiliado al IPS, Franco Cantini, quien este jueves presentó una denuncia ante el INADI y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación por presunta discriminación, maltrato, mala prestación y abandono de persona.
“Ya pasamos por todas las humillaciones posibles, con la carga de luchar contra una enfermedad de un hijo todavía sin diagnosticar y sin tratamiento acorde, pero lo que pasamos los últimos días fue realmente de terror y me harté”, relató el hombre.
Por el estado de salud del chico, éste no puede viajar en ambulancia sanitaria a Buenos Aires sino en avión. “El día del traslado, el 27 de enero último con horario de salida desde Oberá a las 7.15 para llegar a tiempo al vuelo, la ambulancia llegó a mi casa a las 8.30, llegamos a Posadas cuando el avión estaba despegando”, relató Cantini con angustia.
“Tuvimos que reprogramar el viaje, con todos los contratiempos que significa para mi hijo por su patología. Cuando por fin llegamos a Capital Federal pasó lo inimaginable: al momento de registrarnos a la consulta me informaron que habíamos perdido el turno por falta de pago del IPS. No lo podía creer”, enfatizó.
Para no hacer la travesía en vano y volver sin nada a la provincia, el hombre tuvo que rogar al médico que lo viera igual, que ellos no tenían conocimiento ni la culpa del problema administrativo, y este accedió atenderlo para que no perdiera el turno.
“Como ningún tratamiento funcionó hasta la fecha, lo que están probando los médicos es una dieta cetogénica para que su cuerpo genere anticonvulsivos propios. Al ser tan estricta necesitábamos una mochila térmica con geles para mantenerla refrigerada en el viaje y en la estadía del hotel que nos brinda la Obra Social, donde hay una sola heladera para 50 huéspedes. De esa dieta depende que Lautaro supere este cuadro de epilepsia pero ni el bolso térmico me dieron. El día que perdimos el vuelo nos quedamos varados en Posadas, no tenía su comida, no tenía el bolso térmico. Nadie dio la cara. Esta mañana (por el jueves) presenté la denuncia en el INADI Nacional, allí me la tomaron para derivarla a la sede jurisdiccional y que a su vez mandarán copia de la misma denuncia a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Pido atención humanitaria para mi hijo, creo que estamos en nuestro derecho”, remarcó.
Cantini dijo a este Diario que el lunes próximo tiene agendada una reunión en la Gobernación, donde espera no sólo que lo escuchen sino que accionen para no volver a tener inconvenientes con la cobertura, algo que según él, es de vieja data.
ALGUNOS ANTECEDENTES
“La epilepsia que padece Lautaro no es común. No está dentro de los 33 tipos de epilepsia conocidos, por lo tanto no tiene diagnóstico y hace tres años venimos luchando sin que haya respondido positivamente a ninguna medicación”, relató al vertir duras críticas contra el IPS.
“Estuvimos tres años dando vueltas en Misiones. Desde hace dos que estoy rogando y haciendo todo tipo de gestiones, golpeando todas las puertas tanto en el IPS y como a la Federación de Clínicas para que deriven a mi hijo a Buenos Aires porque no respondía a la medicación”.
Indicó Cantini: “Me lo fueron negando sistemáticamente hasta que el estado de salud de Lautaro empeoró y entró en convulsiones más frecuentes y más graves”.
“Todo fue una batalla contra la corriente, porque hasta para una resonancia tuve que hacer gestiones humillantes rogando cobertura”, detalló.
“Las veces que conseguí que atiendan el caso de mi hijo con la urgencia que requería fue porque tuve que gestionar, pedir favores, hasta que finalmente se nos derivó”.
El niño, aparte de la epilepsia tiene un quiste en el cerebro, que se cree fue provocado por la epilepsia. A la solicitud de un estudio genético para rastrear en su genes la enfermedad e indicar el tratamiento más acorde.
“Me mandaron bajar los brazos, que lo lleve a casa y que espere un desenlace. Con esa respuesta me tuve que volver a Oberá. Ahí fue cuando hice público mi caso por primera vez. Gracias a la repercusión que tuvo, la Defensoría del Pueblo de mi localidad accionó y se consiguió la autorización negada”.
“De golpe aparecieron las respuestas que estamos queriendo haciendo años, me dijeron que se trató de un error de comunicación pero que todo estaba resuelto, pero después de ello y hasta el día de hoy, en el IPS me pusieron todas las trabas posibles, más de las que ya había pasado en este tiempo. Pase a ser el loco, el piquetero y la mala persona. Eso lo dejo a un costado y no me importa porque estoy reclamando lo justo que es atención para un afiliado y que no lo abandonen”, enfatizó.