Luces y sombras de Yacyretá

Las obras en Aña Cuá adjudicadas elevará 9% la potencia de generación de Yacyretá equivalente al consumo de 700 mil viviendas y evitará la emisión de más de 1.000.000 de toneladas de dióxido de carbono. Revaloriza así la hidroelectricidad como energía no contaminante. El proceso licitatorio si bien se dijo se realizó en plazos previstos arrastra una historia de 20 años de presiones de Paraguay, empresas locales que se quejan de las extranjeras y decisiones de la Cancillería que dejó afuera al conglomerado estatal chino Gezhouba.

Las obras para ampliar la capacidad de generación de la central hidroeléctrica Yacyretá con maquinarias que se instalarán en el brazo del Paraná, denominado Aña Cuá, se iniciarían en septiembre u octubre según anunciaron ayer el director ejecutivo de la EBY, Martín Goerling, y su par del Paraguay, Nicanor Duarte Frutos en conferencia de prensa que tuvo lugar en Ituzaingó. Con la construcción de 5 turbinas generadoras de energía, se estima que la generación media anual sea de 1.900 a 2.100 GW/hora, lo que representa una ampliación del 9% con respecto a la potencia instalada en el complejo.
Esta centralidad del anuncio se inscribe además en las metas del Objetivo de Desarrollo (ODS) de Naciones Unidas que revaloriza la energía hidroeléctrica como no contaminante. El aumento de la potencia de la represa equivale al consumo de 700 mil viviendas y evitaría la emisión de más de 1.000.000 de toneladas de dióxido de carbono.

Decisiones no sólo técnicas o contables

Antes de la conferencia de prensa se celebró la sesión extraordinaria del Consejo de Administración de la EBY en la que se definieron las licitaciones y se adjudicaron las obras. Se anunció después públicamente que las obras civiles fueron adjudicadas al consorcio integrado por ATE Aña Cuá ART, Astaldi, Rovella Carranza y Tecnoedil, con el objetivo de la ampliación de la central hidroeléctrica en el brazo Aña Cuá. Mientras que Voith Hydro fue designada para la provisión y el montaje del equipamiento electromecánico consistente en tres turbinas tipo Kaplan, lo cual, como se dijo ampliará en un 9% la potencia energética de la represa. Además, la brasileña Intertechnne Consultores SA será la encargada de brindar los servicios de ingeniería y de asistencia técnica a la gerencia del proyecto, luego de resultar ganadora de la Licitación Internacional en la que se presentaron 14 empresas.
En el acto se afirmó que “la licitación y la adjudicación de la obra civil se realizó en los plazos previstos”, sin embargo, el proceso licitatorio tiene una larga historia de frustraciones por conflictos en la relación bilateral por una deuda que Paraguay desconocía y por la competencia entre empresas nacionales y extranjeras ya que es la obra pública más grande de nuestro país anunciada para 2019 con una inversión de 400 millones de dólares.
No casualmente, en Construar, el periódico digital de la construcción, se rescataron denuncias que ya venían siendo publicadas hace más de un año, entre las que se imputa a la empresa alemana que ganó la licitación de “tener un historial ya dentro de Yacyretá por problemas en las turbinas existentes y de trabajos mal realizados en la represa binacional”. El título de la nota tiene su carga: “Yacyretá: la mayor obra pública de la Argentina podría quedar en manos extranjeras”. En otra nota, publicada un día de los anuncios de Ituzaingó, hacía referencia a que “medios de comunicación de Paraguay publicaron que la compleja situación contable de la italiana Astaldi, que “presentó en Italia lo que se conoce como un “concordato preventivo con reserva”.
La pulseada entre firmas puede ser una anécdota propia del interés empresario por la obra que tiene el financiamiento garantizado por la propia Entidad, pero lo que tiene más densidad para el análisis es la afirmación de los constructores que por cuestiones políticas o de alineamientos internacionales, en el proceso licitatorio, por una cuestión geopolítica, quedó afuera el mega conglomerado estatal chino Gezhouba. Es una determinación que, aunque sea explicada técnicamente, no puede disociarse de la guerra comercial y cultural entre China y los Estados Unidos y las tensiones que generan en las relaciones multilaterales de la Cancillería Argentina el manifiesto alineamiento con Washington.
También el diario digital de los constructores reprodujo una nota de lapoliticaonline que en marzo desnudaba las presiones de Estados Unidos. Afirmaba que “el gigante asiático se perfilaba como uno de los grandes jugadores, incluso resaltado públicamente por los propios funcionarios argentinos y paraguayos cuando se anunció la licitación a mediados de abril del 2018. Denuncaba que “el problema es que tras el contundente apoyo de Trump en la ampliación del acuerdo con el FMI, Macri dejó a las empresas chinas en un segundo plano, aceptando el veto estadounidense en obras estratégicas como ésta o como el caso de las nucleares”.
Los plazos, las presiones y el acuerdo de 2011
La afirmación de los directores de que tanto la licitación como de la adjudicación de la obra civil se realizaron en los “plazos previstos”, omite, como ya señalamos una historia de presiones económicas de la diplomacia paraguaya que resonaron en la EBY desde las relaciones entre las dictaduras de Stroessner y Videla cuando Martínez de Hoz tomó los créditos del Eximbank y en lugar de iniciar las obras los derivó a los circuitos de especulación financiera.
Pero volviendo a las obras en Aña Cuá, ya en 1999 se habían realizado estudios del proyecto “para utilizar el caudal ecológico del brazo de entre 1000 y 1500 m3/s, con un salto hidráulico de 20 metros en la generación de energía adicional a la de la central principal”.
En 2011, mediante teleconferencia el presidente de Paraguay, Fernando Lugo y la presidenta Cristina Fernández ya habían anunciaron el llamado a licitación para la construcción del brazo Aña Cuá de la represa de Yacyretá.
Era para nosotros
Lo que rescatan los constructores de Argentina y Paraguay es que entonces se determinó que la ejecución de la obra se dividiría en 2 contratos. En el acuerdo se estableció:
-El primero de obras civiles, para ser cubierto en un 100% por empresas constructoras y subcontratistas locales.
-El segundo contrato será de suministro electromecánico y requiere ofertas en competencia nacional e internacional.
-El primer contrato se adjudicará en una licitación pública binacional sólo para empresas argentinas y paraguayas en participación igualitaria, y comprende las obras civiles, la instalación de parte de componentes (que deberán anclarse en el hormigón) de las turbinas que serán suministradas por el respectivo proveedor y el suministro e instalación de rejas, ataguías, grúa pórtico, compuertas, instalaciones para peces, sistemas auxiliares y componentes eléctricos incluyendo la estación de maniobra y la línea de 500 kV para vincularse con la central principal.
-El segundo contrato se adjudicará en una licitación pública internacional que comprende el suministro, montaje, ensayos y puesta en servicio de las turbinas, generadores y sus correspondientes transformadores de elevación, además de las barras SF6 y el SCADA. El montaje de los equipos debe ser realizado por empresas subcontratistas nominadas de Argentina y Paraguay.
La deuda que negaba Paraguay
A pesar de la decisión política, después del derrocamiento de Lugo, la diplomacia paraguaya volvió con las presiones habituales. Para iniciar las obras denunciaba como inexistentes deudas con la Argentina por 18 mil millones de dólares. La deuda con el tesoro argentino se originó con la construcción de Yacyretá en la década de 1970. Paraguay sostenía que Argentina había realizado un aporte y no un préstamo a la EBY y por lo tanto desconocía los intereses que elevaron el monto a unos 12.000 millones de dólares. Y este desencuentro, que en realidad constituía un abierto chantaje paralizó las obras de Aña Cuá.
Fue en la segunda gestión de Humberto Schiavoni, en 2017, antes de asumir como senador nacional, que Mauricio Macri y su par paraguayo Horacio Cartes firmaron en Ayolas un acta de entendimiento que permitía el reordenamiento económico financiero del ente binacional a través de un acuerdo fijado en 4.084 millones de dólares para saldar la deuda con la Argentina.
El acuerdo fue criticado duramente por las oposiciones en la Argentina y en el Paraguay. Schiavoni, pragmático defendió la reducción de la deuda de 18.000 millones a 4.084 millones de dólares en el hecho concreto que permitía destrabar un conflicto que paralizaba las obras.
Del otro lado, Duarte Frutos que había asumido como presidente tuvo que extremar las presiones sobre el Congreso paraguayo advirtiendo que su país podría perder la central hidroeléctrica si el Senado no aprobaba el acuerdo por la deuda con la Argentina. Se destacaba que la deuda reconocida ascendía a unos 4700 millones que debían ser pagados sin intereses ni reajustes con la preventa de 350,7 millones de Mw/h (megavatios/hora) de electricidad, en un plazo de 42 años. Según los opositores, con mayoría en el Congreso, la Argentina obtendría por el entendimiento alcanzado a energía “al precio vil de 13,4 dólares el Mwh durante cuatro décadas”.
Duarte respondía a esas críticas culpando de la situación de la deuda a gobiernos anteriores, a los que calificó de “corruptos y entreguistas”.
Reescribir la historia
En este contexto parece oportuna la reflexión de Economis, que lo que “se busca con Aña Cuá es reescribir la historia negra de la construcción original de Yacyretá, sin impacto medio ambiental (el daño ya está hecho con el embalse), sin relocalizaciones de pobladores, sin sobreprecios y obras larguísimas que nunca se terminan porque alguien quiere cobrar eternamente”.
En conferencia de prensa se afirmó que sobre la base de un pliego original con un costo estimado en 650 millones de dólares como resultado luego de las cinco licitaciones que demanda el emprendimiento fue de una reducción de alrededor de 44,5%.
“No creo que eso termine dificultando la ejecución de los trabajos”, afirmó Duarte Frutos, al referirse a la reducción, unos 242 millones de dólares.
Por su parte, Goerling explicó que la reducción del costo -se financiará completamente con fondos propios de la EBY- se debió a “una gran competencia y un proceso transparente sin intervenciones La tasa interna de retorno del capital invertido sobre 20 años es del 14,71% y se estima que las obras generarán 3000 nuevos empleos entre directos e indirectos”. Asimismo, reveló que por pedido de los presidentes Mauricio Macri y Mario Abdo Benítez las obras se iniciarán “antes de fin de año” con previsiones para los meses “entre septiembre y octubre”. El plazo para la culminación de la obra será de cuatro años, en los que según estimaron oficialmente, se crearán 3.000 puestos de trabajo, con 600 de relación directa y unos 2.400 indirecta.
La obra también incluye la construcción de las presas laterales la colocación de generadores eléctricos, un canal de aproximación y un canal de restitución, contará con un canal de atracción de peces para facilitar el movimiento migratorio aguas arriba de diversas especies.

Artículo publicado por el sitio Misiones Plural