Emocionante relato de un héroe en un día tan especial para los argentinos como lo es el 2 de abril.
“Escuché un sapucay y supe que no se habían perdido, después de avanzar en medio de la noche bajo el fuego de los ingleses, tenía a toda la sección reunida, fue una alegría grande y sin perder tiempo nos pusimos a trabajar para que el día no nos encontrara sin una trinchera, se venía el combate final”, relata Juan Nazer.
Cuando tenía 23, como flamante subteniente del Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, le tocó viajar a Malvinas para defender Puerto Argentino en las colinas que circundaban la capital isleña en la batalla final. Monte Longdon, Monte Harriet, Dos Hermanas, Tumbledown. Nombres asociados a las escenas más crudas de la guerra de cuyo final se cumplen esta semana 36 años, cuando el 14 de Junio Mario Benjamín Menéndez firmó la rendición.
Pero para Nazer la guerra no fue “todo lo que se cuenta y hay muchas mentiras y exageraciones, es importante que se conozca la verdad”. “Se hicieron muchas cosas mal, pero también dentro de eso hay mucho para rescatar, la forma en que combatieron los soldados, pero también los oficiales y suboficiales argentinos”, señaló.
Nazer es la antítesis del veterano de guerra que queda marcado de por vida de forma negativa por el conflicto armado. El 12 de junio de 1982 casi muere, cuando primero pisó la granada de un lanzacohetes que casi le secciona la pierna y luego recibió tres tiros en la espalda que, de milagro, no le tocaron la columna vertebral. Se desmayó y apareció horas después prisionero en Monte Harriet. Le hicieron un simulacro de fusilamiento y cuando temía lo peor, su suerte empezó a cambiar.
“En la guerra es el destino, es la suerte, cuando cae una bomba y mata a unos y los otros que corrieron para el otro lado se salvan”, dice. Los ingleses lo atendieron, lo operaron y luego lo llevaron al buque hospital Uganda. Nazer muestra a La Nación una foto de las heridas que le dejaron las esquirlas. Es como si en el muslo derecho alguien hubiera sacado 3 o 4 pedazos de carne del tamaño de un limón.
“Para mí fue como volver a nacer, me quedaron marcas, pero no secuelas. Pude volver a hacer deportes”, explicó. Once años después de eso, siendo instructor de comandos y paracaidista, Nazer -que simpatizaba con los carapintadas, el grupo militar ultranacionalista que se alzó tres veces contra el gobierno democrático de Raúl Alfonsín y una contra el de Carlos Menem- se dio cuenta de que ya no tenía lugar en el Ejército.
“El generalato me negó dos comisiones al exterior para lo cual tenía todas las calificaciones, ser veterano, herido y condecorado en la guerra y poseer alguna aptitud especial, yo tenía tres, era comando, instructor y paracaidista. Me di cuenta que tenía que pedir el retiro, porque me tocaba ir a la Escuela de Guerra pero ahí me iba a ir mal con las notas conceptuales”, rememoró.
Arrancar otra vez de cero
Ahí arrancó otra etapa de la vida donde otros se podrían haber derrumbado. ¿Qué hacer tras una vida dedicada al Ejército? ¿Qué hacer tras haber participado en una guerra y haber sido herido y condecorado?
Nazer dice que siempre sacó del Ejército y de la guerra lo positivo. “En primer lugar, la disciplina, el sobreponerse a la adversidad y también, el poner las cosas en su contexto, no hay que hacerse mala sangre por cosas que no lo valen”, es su fórmula.
Era el comienzo de los años 90 y Nazer estaba destinado en Apóstoles cuando pidió el retiro. Fue quedar otra vez al descubierto, como cuando le tocó cruzar bajo las balas inglesas de Harriet a Dos Hermanas.
Primero asesoró a algunos empresarios de esa rica zona yerbatera de Misiones sobre sistemas de seguridad y se dio cuenta que ahí había una posibilidad de utilizar su experiencia militar. Se juntó con dos amigos y fundaron Seguridad Misiones, hoy una de las principales empresas del rubro en la provincia.
Después vino su incursión en el fútbol. A comienzos de esta década, Guaraní Antonio Franco, empezó su intento de volver a los primeros planos nacionales de la mano de César Decamilli, un dirigente que llevó a Nazer a la Comisión Directiva del club. En agosto del 2014, el club ascendió al Nacional B. Fue el regreso al fútbol grande tras casi tres décadas.
Decamilli tuvo después un ACV y Nazer asumió como titular del club. Le tocó pilotear los momentos deportivos más difíciles, con José María “Chaucha” Bianco como DT y luego Humberto y Martin Zuccarelli. Al final, Guaraní se terminó yendo nuevamente al descenso a fines del 2015 y con él, los sueños de una buena parte de la provincia futbolera.
“Guaraní es como el Ejército, con pocos recursos hay que hacer mucho”, recuerda Nazer, con una sonrisa. “Creo que como dirigente pude aportar el orden, la organización, que es algo que aprendemos en el Ejército, y en el fútbol profesional es muy importante, con los viajes, los partidos, los entrenamientos”, detalló.
Marcha bajo fuego enemigo
El 1° de junio Nazer recibió la orden del jefe del regimiento 4 (Teniente Coronel Diego Soria) de marchar con su sección, de unos 40 hombres, de Monte Harriet a Monte Dos Hermanas para defender esa colina. Un regimiento se divide en tres compañías y cada compañía tiene a su vez cuatro secciones.
Nazer decidió separarlas en cuatro grupos y en uno, con el jefe fuera de combate, puso al mando a un soldado dragoneante. “Los combates ya habían empezado, los ingleses no atacaban de frente sino que hacían incursiones y se replegaban, para no tener tantas bajas. Marchamos el 1° de junio, salimos 18.30 y llegamos a la 1 de la mañana del 2 de junio, decidí dispersarlos lo más posible, aún perdiendo control sobre la tropa”, recordó Nazer.
Así fue como llegó primero con su grupo al Monte Dos Hermanas y esperó al resto, que en un momento creyó perdidos o abatidos. “Me abracé con el soldado que había puesto a cargo cuando nos vimos, fue una alegría enorme”, recordó. Ahí mismo se pusieron a hacer trincheras entre las rocas, esperando el avance inglés.
El 11 de junio, tras diez días de desgaste entre incursiones, bombardeos de artillería a la noche y de las fragatas que se arrimaban a la costa durante el día, más los bombardeos de aviones, los ingleses decidieron hacer el ataque final a las posiciones.
“La relación de fuerzas en Dos Hermanas eran 6 ingleses por cada argentino y eran tropas de elite, el 42 de Comandos y un regimiento de Paracaidistas, nosotros no lo sabíamos, nos enteramos después”, recordó.
Nazer no es de esos veteranos a los que les empieza a brillar la mirada cuando recuerdan esas escenas. “Eras vos o ellos y combatimos muy de cerca, porque así es el combate nocturno. No hay tiempo para tener miedo, eso dura muy poco, después estás concentrado en la acción y no podés dudar, porque si dudás, morís”.
El 4 de Infantería de Monte Caseros llevó a Malvinas a 678 efectivos, entre oficiales, suboficiales y soldados. Hubo 2 oficiales, 6 suboficiales y 16 soldados muertos. Y tuvieron 6 oficiales (Nazer entre ellos), 24 suboficiales y 89 soldados heridos.
“No hubo privilegios, no vi estaqueos, si los hubo no fueron en donde yo estuve, peleamos codo a codo soldados y oficiales y el jefe del Regimiento, Soria, estaba a 100 metros de la primera línea, pero bajo el mismo fuego enemigo, porque tiene que ver todo”, dice Nazer. “Si había una lata de dulce de batata era una fiesta y la compartíamos entre todos”, explica.
Nazer no viene de familia militar. Su padre era un arrocero de La Cruz, pegadito a Yapeyú, el pueblo donde nació San Martín. Su hijo, Juan Carlos, se dedicó al marketing. El llevó a su nieto Benicio al Monte Caseros, donde se reúnen para estas fechas los ex camaradas del IV de Infantería.
“No sé si me gustaría que mi nieto entre al Ejército, que decida él cuando llegue el momento, lo cierto es que la Argentina no es como Brasil o Estados Unidos, nuestro país no sabe qué hacer con su Ejército”, dice. Nazer piensa ir al año próximo a Malvinas y regresar a Dos Hermanas. “Ahora que se habilitó el viaje para los oficiales argentinos”, explica.
Hombre que pudo superar con éxito los traumas de la guerra y al que le fue bastante bien en la vida, no será difícil imaginarlo recorriendo Monte Harriet y Dos Hermanas. Vaya a saber que procesión irá por dentro en ese momento, recordando aquellas noches aciagas, 36 años atrás. Cuando con el corazón en la mano esperaba al resto de su sección. Hasta que en medio de las bombas, de los tiros, del miedo, le volvió el alma al cuerpo al grito de un sapucay.